CARA Y CRUZ.
La fiebre consuntiva que devora,
las entrañas de mi cuerpo corrompido,
es cabal y justa consecuencia
de mis muchos errores cometidos.
Arrastrandome, sin fuerzas, casi muerto;
llamo a tu puerta con urgencia,
te entrego cuanto soy, y mi cuerpo;
confiado, en la magia de tu ciencia.
Si me curas y devuelves a la vida,
porque estè escrito en mi destino,
seràs un diòs al que siempre adore;
y si muero, seràs un asesino
a los ojos sin piedad de quièn me quiere.
A modo de homenaje a los mèdicos, que
en el noble ejercicio de su oficio tienen
que pagar a veces un caro tributo por la
ambivalencia de juicio a que son someti-
dos por la sociedad,
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