Qué triste es despertarse
en la soledad infiníta,
y no encontrar tu mirada;
dulce, cálida, cómplice, amiga.
Qué triste es levantarse
y no encontrar tu sonrisa,
y tener que resignarse
a vivir sin tus caricias.
Qué triste es siempre la muerte,
qué triste es ya mi vida,
qué feliz en tu presencia,
qué larga es ya mi agonía
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