Soy frágil barquilla que en océano,
me impulsan las olas y los vientos,
que vago sin rumbo e ignorando;
de la vida, sus íntimos secretos.
Pero eres Tú el mástil que me guias,
en este navegar de azares interminables,
quien arrestas las zozobras y caidas,
ante los escollos tentadores de la carne.
Soy náufrago perdido y olvidado,
en la inmensidad infinita de los mares;
de pasiones, deseos, vicios y pecados,
donde mi vida se pierde y se deshace.
Pero eres Tú la antorcha que iluminas,
los trágicos restos de mi nave,
y das tu amor y das tu vida,
en aras de la cruz para salvarme.
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