Por mucho que te humillen tus verdugos,
sé fuerte y recio como el roble,
que ahonda sus raices a lo más profundo,
buscando siempre savia joven.
Por crueles que sean sus torturas
y grandes y perversos sus horrores,
mantente digno en tu postura
de nobles princípios conciliadores;
que nunca es más grande el hombre,
que cuando fiel a sus ideas se mantiene
y devuelve amor por odio,
límpia la conciencia de rencores.
Lucha por el pueblo oprimido,
no con las armas de la muerte;
y esgrime la razón de la justicia
como espada vencedora del más fuerte.
Y de entre la tierra empapada
por la sangre de tantos inocentes,
brotará a la luz de la Conciencia,
la Paz y la igualdad, entre los hombres.
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