Si supieras cuánto me atormenta,
la muerte pavorosa cada dia;
si supieras cómo tiemplo en la certeza,
ante esa idea fantasmal sin fantasía.
Si supieras cuan frágil y débil soy
a las pasiones que mi corazòn anida,
verias que ese corazón es tan pequeño
y está la vitud y la grandeza tan distante,
como lejos de nosotros está el cielo.
Por eso pienso y comprendo aún tarde,
que todo es ficticio a nuestros ojos ciegos,
que la preciada vida no nos vale,
la pena de vivirla en sus desvelos.
¡Ay! Tan vulgar es el hombre en su codicia,
y tan suya hace la vida en mil pasiones,
que se engaña así mismo en su apariencia,
viviendo fugaces y necias ilusiones.
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