Aùn recuerdo con deleite y añoranza,
las historias y los cuentos que mi abuelo,
me narraba en los dulces dias de mi infancia.
Reunidos todos, al hogar y entorno,
en las noches solemnes de la Pascua
al plàcido soñar de villancicos,
y al dèbil resplandor de la fogata;
al grato olor de buñuelos humeantes
y al compàs alegre de zambombas en la danza;
festejando a Jesùs en el Portal naciente,
como Rey augusto de alabanzas,
y aunque hoy es todo igual que entonces,
nada es ya igual para mi alma.
Por eso lloro aquellos dias que no vuelven,
que se fueron tras la alegria y la esperanza.
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