Etérea e intangible penetras en mi alma
y me transfundes fascinante tu dulzura,
te vas infiltrando como un aroma
o como droga dura prohibída.
Sutil y pertinaz como una idea
en mi amante corazón te siento,
y en la retina de mi alma tú te quedas
ocupando por entero el pensamiento.
¡Hermosa paradója de la vida!.
Cuanto más te das, más entera,
y cuanto más quiero olvidarte
más me fascina,
y más fuertes son tus cadenas.
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